Enfrentarse a la escasez

Como muy bien comenta la reseña de Tim Harford que Carlos cita en un post anterior Scarcity es un libro desigual. La idea es muy interesante y con gran capacidad teórica. Por ejemplo, los autores creen que una parte significativa de las paradojas de la behavioral economics es resultado de que en situación de abundancia no tenemos una forma clara de asignarle un valor definido al dinero. Los pobres -sería una de las irónicas conclusiones de esta investigación- tendrían una actitud racional -en el sentido clásico, económico del término- a la hora de valorar el dinero pues se encuentran en situación de escasez.

Pero cuando llega la hora de plantear soluciones, los autores son muy parcos, y sólo apuntan esquemas generales. No sé hasta qué punto es un problema o es algo buscado -quizás tienen en la cabeza un follow up con las soluciones más detalladas. También me planteo si es realmente necesario en un libro -relativamente breve- construir la teoría y además proponer las soluciones.

De todas formas, la idea general de las soluciones es buena, y las observaciones son relevantes. En términos generales la idea es esta: si la gente en situación de escasez está en un estado continuo de tunneling y no es capaz de ver más allá del problema con el que se está enfrentando aquí y ahora, es absurdo, por ejemplo, crear cursos de formación para mejorar los conocimientos de las personas en situación de pobreza y esperar una asistencia regular o capacidad de concentrase a personas que están continuamente apagando fuegos para poder llegar a fin de mes. Así, lo que hay que hacer es rediseñar los sistemas de hipotecas, cursos de formación, ayudas familiares, sistemas de gestión de tiempo, etc para que puedan ser utilizados por personas en situación de tunneling y que necesitan recordatorios y motivaciones para seguir con esos objetivos.

También me quedo con la propuesta genérica que hace nen relación al tiempo. Se inspiran en un caso real de un hospital en el que tenían sobrecarga en los quirófanos. Por mucho que se esforzaran no podían dar servicio a todos los pacientes.  Había que trabajar turnos extra, los médicos y enfermeras estaban estresados y cometían más errores. La calidad de todo el servicio en aquel hospital se acabó resintiendo.

Se llamó a un observador externo y su propuesta resultó sorprendente: dejar una de las salas de quirófano exclusivamente para emergencias. El director y los médicos se echaron las manos a la cabeza: ¿No daban abasto y el tipo este proponía tener cerrada una de las salas?

Pero lo pusieron en marcha y el resultado fue espectacular: en poco tiempo consiguieron dar una asistencia consistente a todos los pacientes y la calidad general mejoró ostensiblemente. El truco es muy simple: ofrecer slack. Al tener la salas de quirófano siempre programadas, cuando llegaba una emergencia, ello obligaba a estirar turnos, tener que trabajar más rápido, etc. 

Las emergencias siempre acaban llegando, pero ahora, al tener una sala reservada para emergencias, se podían procesar con calma y tranquilidad, mientras que las otras operaciones regulares seguían el ritmo previsto.

Los autores proponen esta medida como norma central para todos los que vamos escasos de tiempo: no programar todo nuestro tiempo con tareas sino dejar espacios libres -slack- para posibles emergencias. Así cuando inevitablemente llega ese mail recordándonos un deadline que hemos pasado por alto, en lugar de estresarnos y empezar a recortar cosas, ir a dormir más tarde, cancelar esa reunión con los amigos, etc. simplemente aprovechamos ese espacio que reservamos para emergencias y nos encargamos de ese deadline.

Otra idea interesante de los autores, y que apuntan será tema del próximo libro: la abundancia. Los problemas de la escasez, argumentan, se producen en tiempos de abundancia. Al tener un extra de tiempo y/o dinero en lugar de ser racionales y gestionarlo bien, lo despilfarramos y cuando llegan dificultades, de tiempo o de dinero, nos encontramos con que no tenemos reservas para enfrentarnos con emergencias y poco a poco vamos cayendo en la espiral de escasez…

La perversa lógica de la escasez

¿Qué tienen en común un ejecutivo hiperocupado que trabaja catorce horas al día y pocas veces llega a los deadlines a tiempo, un pobre de la India que subsiste con dos dólares al día, y una persona solitaria, sin amigos ni familia? Según los autores de Scarcity, why having too little means too much los tres están dominados por la lógica de la escasez. Según argumentan de forma contundente en este libro, encontrarse en una situación importante de escasez de un recurso (dinero, tiempo, vida social) se apodera de nuestra mente y domina nuestras capacidades cognitivas, haciéndonos pensar una y otra vez en cómo tener más de ese recurso; nos pone en una situación de “tunneling” en la que sólo un tema concreto es relevante y nos olvidamos del resto y ello hace que, paradójicamente, nos hundamos más en la miseria, la sobreocupación o la soledad.

Es cierto que, bien administrada, la escasez es positiva y nos permite focalizar. Tener un deadline hace posible finalizar ese artículo que si no no acabaríamos nunca. Pero cuando se hace endémica, la focalización se transforma en tunneling, y entonces las cosas ya no funcionan como deberían. No somos capaces de hacer un cálculo sobre costes y beneficios y simplemente hacemos lo que según la lógica de la escasez es más saliente. Así dejamos de ir al gimnasio porque estamos “ocupados”, sin cuestionarnos los efectos que esa cancelación tendrá en la salud; pedimos un préstamo para poder pagar una deuda anterior sin plantearnos que en realidad lo único que hacemos es complicar nuestra situación económica en el futuro.

Para los autores, la causa central de esa fijación en la escasez es lo que en inglés  llaman “slack” y aunque según el diccionario se define como “relajado” o “flojo” ellos lo usan en el sentido de “espacio extra”. Los autores lo explican claramente con la metáfora de la maleta. Si tienes una maleta grande y vas de viaje unos días, puedes poner todo lo que quieras, incluso cosas que no tienes claro que vas a necesitar, como un jersey extra, o un par de libros más si te acabas el que llevas, pues te sobra espacio. Has puesto todo lo que querías en la maleta y aún te queda espacio libre por si quieres poner souvenirs de vuelta.  En ese caso decimos que la maleta tiene slack. En cambio, si tienes una maleta pequeña, has de ponderar muy bien que vas a poner o no. Tendrás que dejar inevitablemente algo que consideras vital porque simplemente no cabe en la maleta. Igual acabas sin llevarte ningún libro porque crees que el jersey es más importante…

Cualquier recurso importante como tiempo o dinero necesita de slack. Si tienes recursos económicos y se te pincha una rueda, no pasa nada, lo mandas al taller, te ponen la rueda nueva y a seguir. En cambio, si eres pobre, has de empezar a hacer cálculos, como en el caso de la maleta. ¿Puedo permitirme arreglar el coche? ¿Me quedará entonces dinero para la compra semanal? ¿O lo dejo aparcado hasta que cobre el mes que viene? Entonces tendré que ir al trabajo en transporte público y tardaré bastante más, con lo que me quedará menos tiempo. O quizas puedo simplemente ponerle un parche a la rueda que sale más barato, pero la rueda es vieja y volverá pincharse en breve, o algo peor…

Si tenemos slack en nuestro tiempo diario, podemos aceptar esa invitación de los amigos a tomar una caña y volver a casa más tarde a trabajar con un artículo. O si llega ese email recordándonos que teníamos que haber enviado una recensión desde hace una semana, no nos cuesta nada parar lo que estábamos haciendo, redactar esa recensión con tranquilidad y, una vez enviada seguir con nuestra planificación. En cambio, negociar esas situaciones en un contexto de sobreocupación es muy problemático. Si decidimos ir con los amigos a tomar esas cañas, lo más fácil es que no nos lo pasemos bien, pues estaremos todo el rato pensando en el puñetero artículo que ya va retrasado, y todas las otras cosas pendientes. 

El libro me está ayudando a replantearme mi actitud en relación al tiempo. Afortunadamente, mi situación económica es manejable, pero la de organización con el tiempo deja bastante que desear. Ha sido muy instructivo verse retratado controlado por la escasez y no haber sido consciente hasta ahora.

Seguiré explicando más cosas del libro en un próximo post.